No puedo dejar de reseñar el triunfo de Obama en las últimas elecciones. Desde mi llegada a los EEUU he leído bastante sobre las primarias, y los temas que se debatían, tanto la crisis económica, cómo energética y la guerra de Irak.
Yo a pesar de haber regresado ya a España, he seguido en los meses posteriores a mi marcha dichas elecciones y hablaba con mis amigos americanos. La ilusión que ha generado allí era desconocida (y la participación habla por si sola). Mi ex-jefe me mandaba vídeos de la gente en las calles cercanas a mi antigua oficina celebrando la victoria de Obama, algo raro en un país en que la gente pocas veces toma la calle. Él lo comparaba a cuando los europeos celebran un campeonato de fútbol.
Hay gente que piensa que Obama no podrá llevar a cabo su ambicioso programa, en el que disimuladamente se ha colado un conato de Seguridad Social (de hecho sus colaboradores han visitado España para estudiar el funcionamiento de la nuestra - que aunque con defectos es de las que mejor funciona viendo el nivel de impuestos que pagamos). Es el primer politico que he escuchado hablar de la América real, en la que la décima parte de la población vive por debajo y muy cerca de la línea de la pobreza y exhortado a la población a algo que es de lo que más me ha asombrado de los americanos. La capacidad de trabajo. Hay que arrimar el hombro para que la sociedad americana sea menos injusta. Hay que arrimar el hombro para cambiar la imagen de los EEUU en el extranjero.
La verdad, aunque haya mucha gente que no se lo crea, más de una y de dos veces he oído disculpas de americanos por la politica exterior de su país.
No se si podrá hacer una ínfima parte de lo que se ha propuesto, pero creo que es hora de que los políticos comiencen a hablar menos de índices macroeconómicos y más de la economía real. Menos de crecimiento económico e inflación y más de las desigualdades que se generan.
En unas navidades donde vamos a cerrar el año con una amenaza de invasión en Gaza, un poquito de esperanza reconforta el espiritu.
Yo a pesar de haber regresado ya a España, he seguido en los meses posteriores a mi marcha dichas elecciones y hablaba con mis amigos americanos. La ilusión que ha generado allí era desconocida (y la participación habla por si sola). Mi ex-jefe me mandaba vídeos de la gente en las calles cercanas a mi antigua oficina celebrando la victoria de Obama, algo raro en un país en que la gente pocas veces toma la calle. Él lo comparaba a cuando los europeos celebran un campeonato de fútbol.
Hay gente que piensa que Obama no podrá llevar a cabo su ambicioso programa, en el que disimuladamente se ha colado un conato de Seguridad Social (de hecho sus colaboradores han visitado España para estudiar el funcionamiento de la nuestra - que aunque con defectos es de las que mejor funciona viendo el nivel de impuestos que pagamos). Es el primer politico que he escuchado hablar de la América real, en la que la décima parte de la población vive por debajo y muy cerca de la línea de la pobreza y exhortado a la población a algo que es de lo que más me ha asombrado de los americanos. La capacidad de trabajo. Hay que arrimar el hombro para que la sociedad americana sea menos injusta. Hay que arrimar el hombro para cambiar la imagen de los EEUU en el extranjero.
La verdad, aunque haya mucha gente que no se lo crea, más de una y de dos veces he oído disculpas de americanos por la politica exterior de su país.
No se si podrá hacer una ínfima parte de lo que se ha propuesto, pero creo que es hora de que los políticos comiencen a hablar menos de índices macroeconómicos y más de la economía real. Menos de crecimiento económico e inflación y más de las desigualdades que se generan.
En unas navidades donde vamos a cerrar el año con una amenaza de invasión en Gaza, un poquito de esperanza reconforta el espiritu.
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